El interrogatorio al que fue sometido el presidente Pedro Castillo por el Ministerio Público en su calidad de investigado por irregularidades en la entrega de la buena pro para la construcción del puente Tarata III, ocurrido el 17 de junio último, no solo muestra respuestas contradictorias, sino su absoluta voluntad de no colaborar con la justicia al responder muchas de las 124 preguntas de forma negativa y con ambigüedades.
Pero lo que más llama la atención de este interrogatorio a cargo de dos fiscales supremos que hemos conocido anoche a través de Willax, es la negativa expresa del jefe de Estado a que le sea levantado el secreto de las comunicaciones, lo que permitiría saber con qué personas y cuántas veces habló por teléfono. Si no hay nada oscuro ni que merezca permanecer oculto ante las autoridades que lo investigan, ¿por qué no allanarse?
Irónico que quien no aporta a las investigaciones y se niega a transparentar sus comunicaciones, sea el mismo que va por calles y plazas diciendo que colaborará con el esclarecimiento de cualquier posible acto de corrupción. Habría que ver si todavía hay “inocentes” que creen en quien dice, por ejemplo, que no tiene contacto con sus sobrinos desde que asumió el cargo, cuando los registros de visitas Palacio de Gobierno dicen todo lo contrario.
Un comentario aparte del interrogatorio, es la actitud tan pasiva de la procuradora general María Caruajulca, nombrada por este gobierno en reemplazo de David Soria, expulsado del cargo por el actual premier Aníbal Torres por pedir que se investigue al presidente Castillo. En el interrogatorio al mandatario, que estuvo acompañado de tres abogados, la defensora de Estado prefirió guardar silencio y no hacer repreguntas o pedir precisiones. Para ella todo estaba conforme.
Es evidente que el presidente Castillo tiene mucho que ocultar. Lo demuestra no solo el detalle de sus respuestas a las 124 preguntas, sino todos los esfuerzos previos que hizo su defensa para evitar las investigaciones tanto del Ministerio Público como del Congreso. ¿Por qué se corre? Quizá lo sepamos en los próximos días tras la salida de la cárcel de Zamir Villaverde, quien ha pasado a ser colaborador eficaz a cambio de contarlo todo.