La proliferación de empresas de high-tech que desean ganar dinero aprovechando el halo de modernidad educativa que rodea a los equipos digitales y sus programas inteligentes que motivan a los compradores escolares ha dado lugar a excelentes y también pésimas opciones para apoyar el aprendizaje de los alumnos, y así seguirá por un buen tiempo. La cuestión es cómo saber cuál será beneficioso y cuál será un derroche inútil de recursos.
El investigador y científico Gene Levinson en su blog reproducido en el Washington Post da algunas pautas (Five questions for teachers to ask about education technology, 14/02/2015).
¿La empresa ha sido fundada por profesores con experiencia con niños y tienen un conocimiento de primera mano de los problemas que enfrentan los maestros en las aulas o son inversionistas que ven las escuelas como un mercado por explotar? ¿La empresa recoge retroalimentación continua de maestros de aula e interactúa con ellos para perfeccionar su producto o solo le interesa la expansión comercial? ¿La empresa ofrece soluciones innovadoras con contenidos de alta calidad, bien elaborados, que motivan a los niños a explorar, promueven estrategias de aprendizaje profundo y pensamiento crítico o se centran en repetir los estándares, pruebas y recoger datos sin focalizarse en la comprensión genuina para producir juicios superficiales de los alumnos o profesores?
Respuestas formuladas a consciencia posiblemente reduzcan las opciones de compra al 20% del total y aumenten la probabilidad de contar con un recurso educativo efectivo.