Hemos escrito en múltiples oportunidades sobre la importancia de la Educación Sexual Integral (ESI) en la formación de los escolares -de acuerdo a su desarrollo evolutivo- para valorar la sexualidad humana como algo inherente al crecimiento integral de la persona. Hemos dicho que sus lineamientos se publicaron y comenzaron a desarrollarse en los colegios desde el 2008 con el apoyo de colectivos, medios de comunicación y las comunidades educativas. Y es que sus aprendizajes consideraban tres dimensiones -que aún se mantienen- y que son: la biológico-reproductiva, la socio-afectiva y la ético-moral. Estos lineamientos, por cierto, fomentan el ejercicio saludable y responsable de la sexualidad para la prevención, entre otros, de las infecciones de transmisión sexual, VIH-Sida y el embarazo precoz. También plantean, entre otros enfoques, el de equidad de género en el sentido de educar para fomentar la igualdad de oportunidades para varones y mujeres, evitar la violencia contra la mujer y prevenir la discriminación por cuestiones étnicas, económicas, corporales, color de piel y por orientación sexual.
En líneas generales hasta hace algunos años la ESI se desarrollaba en los colegios sin mayores inconvenientes (sobre todo en la tutoría); hasta que el Ministerio de Educación polarizó y asumió una postura contestataria en este y otros temas afines a la sexualidad con sectores de padres de familia, olvidándose que es el órgano rector de la educación de todos los peruanos
Es muy importante que la enseñanza de la ESI se reactive en los colegios con pertinencia educativa, previa coordinación de los docentes con los padres de familia. Y que de ninguna manera, por un desencuentro del Minedu con algunos colectivos de padres, el Congreso anule el rol rector que le corresponde al Ministerio de Educación en el diseño del currículo nacional y sus respectivos recursos educativos; desde luego, realizando consultas con expertos, maestros y padres de familia.