El reciente cambio de seis ministros por parte del Gobierno ha sido interpretado por muchos como un claro gesto político destinado a aplacar las tensiones y atender las exigencias de ciertas bancadas, justo antes de la presentación del Gabinete liderado por Gustavo Adrianzén, quien solicitará el voto de confianza al Congreso.
Además, algunos líderes políticos se han mostrado a favor del voto de confianza para garantizar la gobernabilidad. Estos pertenecen a Fuerza Popular, Renovación Popular, Alianza para el Progreso y No Agrupados. Si a ello sumamos que en el nuevo gabinete hay ministros que pertenecen a Somos Perú y Avanza País, es un hecho que hoy habrá un respaldo mayoritario al Ejecutivo.
Este acontecimiento tiene lugar en un contexto de aguda crisis política, agravada por el escándalo de los relojes Rolex, en el cual se encuentra implicada la presidenta Dina Boluarte. Es evidente que el gabinete entra en funciones debilitado. A pesar de los cambios ministeriales realizados hasta la fecha (ya suman 52 ministros en tan solo 16 meses), los resultados del Gobierno son lamentables, especialmente en los ámbitos de seguridad ciudadana, salud y economía. Esto ha generado en la opinión pública la percepción de que, más allá de su incompetencia, el Ejecutivo carece de la autoridad moral necesaria para liderar el país hacia un futuro mejor.
Cualquier gabinete en estas condiciones sería censurado. Y más con la pobrísima capacidad de respuesta del presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén. Sin embargo, no ocurrirá eso en nuestro Congreso, plagado de legisladores que prefieren la negociación y las componendas por encima de las demandas de sus representados.