No pretendo que copiemos a Finlandia ni a otro país. Lo que admiro de Finlandia es el coraje para distanciarse de lo tradicional e intentar propuestas que estén a tono con su propia lectura de la realidad y del futuro, sin acomplejarse por que otros hagan o piensen distinto. Por ejemplo, en la columna “Sin asignaturas regladas: el nuevo sistema educativo finés que se acabará de implantar en 2020” publicada por Antena3 (10/11/2016), se plantea arrancar la integración interdisciplinaria a los 16 años, propuesta que me parece correcta pero tardía, porque debería iniciarse desde la educación inicial, como lo hacemos en el Colegio Áleph.
Dice así: “El país escandinavo está decidido a acabar con las clases de física, química, matemáticas, geografía o historia a partir de los 16 años de la forma en la que están concebidas en el pensamiento tradicional (y en el B.I.). Marjo Kyllonen, la mayor autoridad educativa en Helsinki dice: “Se está enseñando con un método que era efectivo a principios del siglo XX, pero ahora las necesidades no son las mismas y requerimos crear algo que sea efectivo para el siglo XXI”. “A partir de ahora, en vez de estudiar cada asignatura por separado, los alumnos estudiarán eventos y fenómenos en un formato interdisciplinario y transversal. Por ejemplo, la Guerra Mundial será examinada desde la perspectiva de la historia, la geografía y las matemáticas; o para aprender inglés, economía y a comunicarse, los estudiantes pueden trabajar en una cafetería”.
El miedo a la innovación lleva a “hacer como otros”. Falta valentía para encarar mejor nuestro destino.