Cuando las amenazas van y vienen de la manera como Estados Unidos de América y la Federación de Rusia están mostrándolas en las últimas horas, debemos pensar que cualquier escenario no deseado podría suceder. En la teoría del poder y en la dinámica del conflicto lo que más preocupa es el momento en que aquellos actores que más relevancia tienen en el sistema internacional colisionen verbalmente en un auténtico fuego cruzado de pronóstico reservado que para muchos siempre es la antesala de un escenario militar que por supuesto nadie quiere. Es verdad que generalmente suelen hacerlo indirectamente valiéndose de los actores intermedios o periféricos, a fin de no agotar las posibilidades de evitar los conflictos o guerras que es otro nivel de relacionamiento, el más funesto de la civilización, porque está determinado de manera dominante por el uso de la fuerza como regla subordinando a la paz y a la solución pacífica de controversias que por cierto ha costado y mucho a la comunidad internacional construirla como principio del derecho internacional contemporáneo en su carácter de ius cogens, es decir, de imperativo categórico de cumplimiento obligatorio, y todo ello, luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). De allí que si el siempre astuto canciller ruso, Sergei Lavrov, advierte a Washington de que revelado el suministro de armas a Ucrania termina siendo una práctica directa por la Casa Blanca, podría promover una reacción de Moscú de naturaleza militar, en verdad debemos prepararnos para una posibilidad sin confirmación de frontalidad insospechada que nadie podría descartar a estas alturas de la guerra sobre todo cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, sigue desesperado por no acabar su invasión de Ucrania con la victoria que el Kremlin está exigiéndole. Por su lado, Joe Biden no puede ni debe callar porque políticamente lo puede mermar en el frente interno estadounidense y en sus niveles del liderazgo internacional que mantiene a Washington manejando las cuestiones globales, guste o no a sus detractores o rivales políticos en el sistema mundial como es el caso de China, principalmente. Las amenazas comienzan a superponerse y eso es una mala señal para la paz planetaria.
EE.UU - Rusia y las amenazas recíprocas por Miguel Ángel Rodríguez Mackay (OPINIÓN)
Columna de opinión | Internacionalista