Muchos padres piden a sus hijos menores que se disculpen con otros niños cuando les hacen daño, bajo la premisa que así les enseñarán las reglas y expectativas de la sociedad y crecerán como personas empáticas. Sin embargo, hay que repensar la forma en que se logrará que sean empáticos con el dolor ajeno.
A los niños pequeños se les dificulta entender el punto de vista de los demás, especialmente si difiere de lo que ellos mismos están sintiendo cuando aún no tienen cultivada la empatía, que se desarrolla lentamente en los niños especialmente preescolares.
Para que decir “lo siento” sea una expresión de empatía, el niño tiene que sentirse mal por lo que ha hecho, para lo cual tiene que entender primero cómo ha hecho sentir al otro con su conducta o acción. Comprender que el otro niño está sufriendo para luego arrepentirse de haberlo lastimado y desear que se sienta mejor, requiere tener previamente una actitud de remediación del daño hecho. Forzar al niño a disculparse sin que lo entienda y sienta realmente, lo único que logra es obligarlo a mentir y que descubra que mentir lo saca de problemas.
Frente a una agresión de su hijo es preferible como padres pedir disculpas al afectado y a sus padres, lo que servirá como modelo para su propio hijo. Luego, hablar con él para explicarle que el otro niño estaba llorando porque le molestó que lo empujara. Puede sugerirle que la próxima vez hable para expresar su deseo o molestia. Repetir este proceso ampliará las posibilidades de criar a un niño empático, que realmente entienda lo que significa decir “lo siento” cuando sea mayor.