Entre los años de 1948 y 1949, el escritor español José Ortega y Gasset, dictó un curso de doce lecciones, titulado “Sobre una nueva interpretación de la Historia Universal. Exposición y examen de la obra de Arnold J. Toynbee: Estudio de la Historia”. Estas disertaciones, que someten a un riguroso análisis las principales tesis de la obra del catedrático de Historia de la Universidad de Oxford, A. Toynbee, se reunirán y publicarán en 1960 bajo el sello de la Revista de Occidente (proyecto de divulgación académica, fundado por Ortega en 1923). Además de demostrar algunos atributos como: Vastedad de conocimientos, dominio histórico -especialmente romano-, escritura limpia, giros lingüísticos interesantes y pensamientos políticos acertados, Ortega expone una curiosa teoría sobre el origen del “orden”. Su planteamiento es el siguiente: Orden viene de “ordo”, y el significado más antiguo que se puede encontrar de “orden” es el alineamiento de los hilos que hay que hacer en el telar para comenzar a tejer. (Ordo, orden, es urdir). La primigenia idea del “orden” es un invento femenino: “Urdir los hilos para pasarlos al telar y comenzar a tejer”. Esta teoría puede que genere algún tipo de confusión, pero seguramente será mínima. Ortega sostiene que la palabra “orden” ha saltado del pacífico telar doméstico al territorio técnico-militar y a formar parte de un elemento fundamental dentro de la concepción de los Estados modernos. Me adhiero a la idea orteguiana y considero que, sin el invento femenino de “orden”, las ideas, la organización de las familias y de las sociedades, permanecerían erráticas y extraviadas.
EL ORDEN, UN INVENTO FEMENINO, columna de Alejandro Martorell
Licenciado en Ciencia Política