Una de las más grande y lamentable consecuencia de tener a una autoridad cargada de cuestionamientos es que esta no da la cara a la ciudadanía a través de los medios de comunicación. En esta ocasión nos referimos al titular del Congreso, Alejandro Soto, quien en la primera mitad de su mandato más ha hecho noticia por sus escándalos y también por su silencio y falta de cercanía a la prensa para dar cuenta de su trabajo.
El caballero ha optado por responder a los cuestionamientos a través de escuetos comunicados, como si el Congreso fuera una entidad pública de tercero o cuarto nivel, en lugar de convocar a conferencias y dar entrevistas de fondo. Claro, sabe que tendrá que aclarar también los cuestionamientos que carga, que incluyen hasta denuncias de plagio en sus tesis universitarias.
El Congreso es, por excelencia, el representante directo de los electores que han colocado en una curul a sus 130 miembros, por lo que resulta absurdo tener hoy a un titular del Poder Legislativo encerrado y trabajando sin explicar a los peruanos los temas de interés, que son muchos, que se generan frente a la Plaza Bolívar.
Lamentablemente, acuerdos dudosos entre las bancadas colocaron a Soto en la Presidencia del Congreso, una decisión a todas luces equivocada.