Si el mundo vive el desconcierto y la incertidumbre, incluyendo a los países desarrollados, qué podemos esperar en nuestro país inmerso en una crisis multiforme, económica, social y política. No podemos siquiera imaginar el futuro y menos asumir desafíos a la altura de nuestros temores. Ni la mayor institución global que es la ONU ha podido lograr que los conflictos entre estados sean procesados mediante el entendimiento pacífico. Dos guerras amenazan con escalar y destrozar la precaria paz mundial. Y no hay sanciones que disuadan a los agresores y menos aún que detengan el terrorismo bélico que tiene al mundo en vilo. Después de una pavorosa pandemia con millones de personas muertas, quienes sobrevivimos al colapso, deberíamos tener una mirada más constructiva, aferrarnos a valores sociales y democráticos, a la solidaridad exterminada por la delincuencia perversa y la corrupción. El mundo necesita líderes, el Perú necesita líderes. Los conductores parecen ausentes o son simples administradores de la crisis. Varios meses de guerra en Ucrania y una resistencia heroica ponen sobre la mesa la capacidad, del mundo y de sus conductores de tolerar el avasallamiento de los pueblos y la liquidación de los derechos humanos. La guerra entre Israel y Palestina es una tragedia para sus poblaciones llevadas por la venganza y la locura del odio, con crímenes que se cometen en los lugares santos. Y en el Perú el Ejecutivo y Legislativo rehúyen decisiones que enfrenten radicalmente nuestra crisis, siguen sin ponerse de acuerdo en aspectos esenciales como la inseguridad, la pobreza y el hambre. Necesitan ojos para ver lo que está pasando. La respuesta primera debería ser un acuerdo para enfrentar la situación económica que se anuncia pavorosa para las mayorías.
Entre la incertidumbre y el temor por María del Pilar Tello (OPINIÓN)
Columna de opinión.