Teniendo en cuenta que el flamante ministro de Relaciones Exteriores, Óscar Maúrtua, es un diplomático de carrera que ha trabajado en Palacio de Gobierno al lado del expresidente Fernando Belaunde y que incluso ya ha estado al frente de Torre Tagle, es de esperarse que antes de aceptar el cargo haya puesto condiciones como la salida de ciertos impresentables del gabinete y mantener al Perú fuera de la órbita de tiranías comunistas como las de Venezuela y Cuba.
En Correo nos resistimos a creer que un diplomático con los antecedentes del embajador Maúrtua haya aceptado así nomás tener como jefe a Guido Bellido, sentarse al lado de gente cercana a bandas terroristas y ponerse a trabajar para acercar al Perú a las dictaduras del “socialismo del siglo XXI”, que era el sueño de su antecesor, el exguerrillero Héctor Béjar, quien dejó Torre Tagle por la puerta falsa tras insultar a la Marina de Guerra del Perú.
El que los radicales Vladimir Cerrón y Guillermo Bermejo estén en contra del nombramiento de Maúrtua es una buena señal. Sin embargo, de nada servirá esta designación si es que se apuntará a fortalecer la Unasur y dejar el Grupo de Lima, lo que en práctica nos acercaría a los regímenes parias de la región y haría retroceder al menos 50 años en política exterior, tal como lo propone el ideario de Perú Libre, un tremendo mamarracho.