La investigadora Verónica Boix del Proyecto Zero de la Universidad de Harvard junto con Howard Gardner (inteligencias múltiples), promueve el concepto educativo de “competencia global”. Se refiere a la forma que tenemos de aprender y la necesidad de adaptar el modelo educativo escolar a la complejidad del mundo actual. Define la competencia global como el conjunto de conocimientos que son necesarios movilizar para interpretar y comprender las claves de un mundo interconectado, con grandes retos como el cambio climático, las migraciones, el avance de la tecnología, los populismos.
Para ella la competencia global implica “no sólo tomar conciencia sobre estas cuestiones (a través de los conocimientos adquiridos) sino también comprometerse para cambiar el mundo”.
Urge preguntar por qué deben aprender lo que se les enseña en la escuela y de qué modo debe hacerse. Sugiere estimular la capacidad para investigar, indagar, hacerse preguntas, tomar perspectivas reconociendo los sesgos culturales que se confrontan. Incorporar la comunicación entre personas con diferencias de religión, clase, étnicas, regionales, nacionales, generacionales... y tomar acción, al identificar problemas en el mundo y ver cómo podrían resolverlos de manera cívica.
Los alumnos deben preguntarse qué aspecto del mundo y de la realidad contemporánea los interpela y aprender qué es lo que pueden hacer para mejorar el mundo. Para eso, los docentes tienen que poder crecer como personas curiosas, y ser apoyados para que desarrollen su propia capacidad de tomar el pulso al mundo y llevar la realidad a la clase.