Es poco común en estos tiempos poder observar cómo se consolida un movimiento intelectual y más aún cuando este ocurre fuera de los muros fenicios de la capital. Todo intento de permanecer fiel a la tradición de nuestro pueblo y enriquecer el tesoro de la historia debe ser promovido y compartido, porque el Perú necesita que la juventud se comprometa con la regeneración nacional.
El sentido de identidad regionalista arequipeño, tan vigoroso hasta 1950 y tan adormecido en los últimos años, se ha renovado por el impulso de nuevos jóvenes intelectuales. Este renacimiento tiene su origen gracias a la revista Allpanchis, dirigida por el historiador Fernando Valle, recientemente premiado por la Fundación Fullbright y por la impronta de la revista arzobispal de Alvaro Espinoza de la Borda.
Tras ellos una nueva generación se ha unido para revitalizar lo arequipeño, rescatando los valores espirituales, el orden ruralista y condenar la “limeñizacion” urbana de la ciudad. El poeta Cesar Belan es una de las figuras destacadas de esta renovación donde resalta también el escritor y dramaturgo Juan Carlos Nalvarte. En filosofía se ha consolidado la figura de Gonzalo Flores-Castro; en la historia arequipeña la mente de José Luis Bellido Niña y Walter Arias Gallegos sigue la estela de Honorio Delgado.
Esta auténtica “milicia characata”, como la llama Fernán Altuve, tiene en Andreita Coahuila y Javier Gutiérrez de Domus sus más importantes gestores y difusores culturales y pedagógicos. Como en otros tiempos, en mejores tiempos, los valientes arequipeños se una en una liga del sur para dar batalla por la herencia de su tierra, fieles a su tradición y destino. La victoria, sin duda, está asegurada.