Cuando me piden que imagine la buena educación del futuro, suelo incluir al dúo dinámico silencioso que estará moldeando el éxito en la nueva generación que es estudiar y trabajar, al menos desde los14 años, especialmente en empresas modernas de servicios. Esto ofrece ventajas significativas en el crecimiento personal y profesional de los estudiantes.
Ofrece ventajas como el desarrollo de habilidades blandas: aprender a trabajar en equipo, de pulir habilidades comunicativas y de forjar una ética laboral sólida; familiarizarse con la cultura organizacional: entender las dinámicas de un lugar de trabajo, adaptarse a las normas y protocolos, y comenzar a construir una red de contactos profesionales que, a largo plazo, podrían abrir puertas valiosas en su camino profesional.
Por otro lado les permite aplicar los conocimientos académicos en un contexto real, facilitando una comprensión más profunda de lo aprendido en la escuela e Incluso desde una perspectiva financiera aprenden a administrar su propio salario, comprender el valor del dinero y adquirir habilidades financieras básicas. Adentrarse en el mundo laboral desde joven ofrece una oportunidad de esclarecimiento vocacional y acumulación de experiencias laborales escolares y luego universitarias que pueden pesar mucho en el currículum de la persona que aspira a ser contratado en alguna oportunidad laboral.
Combinar estudio y trabajo emerge como una estrategia enriquecedora que potencia las habilidades y la comprensión del mundo que les rodea, preparando a los jóvenes de una forma más completa para el futuro que les espera.