En el Perú vivimos el terrorismo de Sendero y el MRTA, tuvimos largos años temiendo y llorando masacres. Ninguna causa humana justifica tanto odio y tanta destrucción. Lo sucedido con Israel, este 7 de octubre, excede la imaginación, linda con la animalidad sin racionalidad. Los extremos del odio despojan de humanidad, de espíritu y de valores. La paz entre Israel y Palestina está cada día más lejana e imposible. Nada positivo entra en una mente alienada, activada por el odio que destruyó en un solo día a más civiles israelíes que todos los que perdieron en su historia de guerra. Miles de inocentes atrapados por el cuchillo o el proyectil artero. Las historias y las imágenes son reveladoras del infierno en dos países que pudieron reaccionar y llegar a la paz, pero hoy solo conocen la venganza. El terrorismo de Hamás es el horror y la respuesta de Israel en la zona ocupada, también. Toca a la ONU, cuya prioridad es el arreglo pacífico de los conflictos, intervenir cuando el terrorismo se impone como la única reacción posible. Gaza bombardeada hasta los escombros con la peor crisis humanitaria en el mundo. Miles de muertos resultado del fanatismo que ataca al país más poderoso de la región y uno de los más inteligentes del mundo. Cuando la insanía llega a extremos alguna reacción legitimada debe haber para volver a la razón. Como pide Noa Yuval Harari, deben intervenir fuerzas externas para reducir la intensidad del conflicto. La condena a Hamás es mundial pero una gran masacre de inocentes en Gaza no es la respuesta. Se trata de reducir el sufrimiento y proteger a las personas inocentes en ambos lados. Atacar civiles es siempre un crimen de guerra, venga de donde venga.
Los extremos del odio por María del Pilar Tello (OPINIÓN)
Columna de opinión.