La primera consecuencia social internacional que ha comenzado a evidenciarse luego de que los feroces Talibán tomaron el poder nuevamente en Afganistán, apenas producida la retirada de las tropas de los Estado Unidos de América, ha sido el forzado proceso migratorio por la abrupta salida de miles de ciudadanos de ese país, temerosos de las ya conocidas reglas extremas que impusieron 20 año atrás, este grupo suní, mayoritariamente ubicado en la zona norte de Pakistán, país fronterizo de Afganistán. Es verdad que algunos países de la comunidad internacional están asumiendo un rol destacable de solidaridad internacional al haber decidido soberanamente brindar acogida a los refugiados afganos; sin embargo, como en el sistema internacional los Estados tienen diversas percepciones de lo que sucede en el mundo, también han surgido posiciones menos flexibles, estableciendo restricciones para el ingreso en sus territorios de familias enteras que huyen ante la inminencia del endurecimiento de las medidas del extremismo islámico por más que los Talibán se vienen esforzando en las últimas horas en comunicar que no habrá medidas cruentas como las del pasado. Es hora, entonces, de que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados –ACNUR–, pudiera hacer un seguimiento más detenido de la referida población afgana migrante y brindar el soporte que corresponda desde el denominado derecho internacional de los refugiados, pues, no es un secreto que los refugiados, siguen constituyendo en pleno siglo XXI una de las poblaciones más vulnerables de la sociedad Internacional. En efecto en el refugio, a diferencia del asilo, en que también existe acto persecutorio la relevancia de su compleja y dramática situación está en el carácter sensible humanitario de los migrantes. Esperemos que el ACNUR y las propias Naciones Unidas pongan toda su atención sobre lo que será el desarrollo de los derechos humanos en este país asiático de casi 40 millones de habitantes que en los últimos tiempos venía trabajando por mayores reglas para garantizarlas. Veremos.
Los refugiados afganos
Columna de opinión