Aun cuando las encuestas en el mes anterior lo daban como el presidente de Francia más odiado de su historia política reciente, en verdad que estaba cantado que Emmanuel Macron, tenía todas las de ganar en las elecciones en segunda vuelta definidas el último domingo. Hay varios factores que han llevado a que consiga un nuevo espaldarazo político el mandatario galo que tuvo que soportar la estruendosa crisis de los “Chalecos amarillos”, que realmente lo puso en aprietos y hasta una bofetada en público mientras se desplazaba en sus actividades políticas. En primer lugar, una inmensa mayoría de franceses sigue creyendo que la unidad dentro y fuera de Francia es indispensable para que el país siga teniendo relevancia y futuro en el marco de las relaciones internacionales europeas y mundiales. Si alguien es extraordinariamente europeísta pues ese es Macron y su rival ha sido exactamente lo contrario. A los habitantes del viejo continente les ha costado y mucho construir la integración europea que Marine Le Pen precisamente quería tirarse abajo. La candidata de la ultraderecha francesa no pudo ser la mejor contrincante política para Macron a pesar de haber obtenido un resultado electoral mucho más alentador que en las elecciones de 2017 -8,5% más-, en que también perdió frente al mandatario más joven en la historia política de Francia. Siempre dura con los migrantes en un país cada vez más dominado por extranjeros, ha sido lo esperado por Macron, y hasta que buscaría una alianza con Vladimir Putin, fue el éxtasis para el presidente que venía en picada y con enorme desgaste político. Es verdad que Macron supo capear a la pandemia con su famosa política de “Cueste lo que cueste” en su objetivo de atenuar los impactos de la Covid-19 que se ensañó con los europeos, particularmente con los italianos, y también lo es que en el plano internacional ha sabido mover sus fichas en la idea de visibilizarse. Si consideramos que Francia es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y por tanto, un Estado relevante en la política mundial, de hecho, Macron tuvo una actuación destacada en su gira por Moscú y Kiev en los primeros días de la guerra de Rusia contra Ucrania buscando a cualquier precio mediar para evitar todos los estragos que hoy estamos viendo. Sin duda, Macron es un presidente con suerte.
Macron, un presidente con suerte por Miguel Ángel Rodríguez Mackay (OPINIÓN)
Columna de opinión | Internacionalista