Es de esperarse que esta semana el Poder Ejecutivo dé una buena noticia a los peruanos y anuncie que no habrá más fondos públicos para salvar a la quebrada Petroperú, que necesita por lo menos 2 mil 550 millones de dólares para seguir viviendo artificialmente, pues hace años es deficitaria y por sí sola hace tiempo ha tenido que dejar de operar y desaparecer.
Petroperú es un ejemplo de cómo las empresas públicas a la larga se convierten en una carga para la economía de los países. Pese a eso, la izquierda trasnochada y anclada en los años 60 y 70, insiste en llenarnos de compañías estatales para coparlas de burócratas que en la mayoría de casos, su único “mérito” es tener carnet del partido de gobierno.
Está claro que Petroperú no tiene salvación, y menos ahora que está más endeudada por la puesta en marcha de la nueva Refinería de Talara, que ha costado casi seis mil millones de dólares que nadie asegura que podrán ser recuperados. No tendría sentido darle plata de todos los peruanos para hacerla sobrevivir por un tiempo más.
Sería un absurdo que el gobierno de Dina Boluarte nos diga esta semana que en un país con tantas necesidades y que trata de salir de la recesión, se van a despilfarrar miles de millones de dólares que bien podrían utilizarse en cubrir carencias de sectores como educación y salud, o en la habilitación de infraestructura en zonas de extrema pobreza.