Es lamentable, aunque previsible, ver cómo Fuerza Popular sigue debilitándose. Esta semana, además de frustrarse la moción de censura contra el presidente del Congreso, FP perdió nuevamente parte de su bancada: cinco congresistas más, incluido el propio Daniel Salaverry. Qué lejos quedaron los días en que el fujimorismo hacía sentir con arrogancia su abrumadora mayoría en el Congreso.
Se dice que los peruanos lo olvidan todo, y parecería cierto, pues algunos cadáveres políticos han logrado relanzarse con cierto éxito. Sin embargo, no parecería que FP pueda ilusionarse con ese camino.
La fortaleza de FP se basó en dos grandes pilares. El primero de ellos es la imagen del padre de su lideresa, Alberto Fujimori, quien todavía mantenía cierta simpatía, sobre todo en provincias. El segundo fue la incorporación a su lista de congresistas de líderes locales con capacidad económica y aspiraciones políticas, pero con quienes no había ninguna una visión común de hacia dónde queríamos llevar al país. FP logró alinear durante la primera etapa de gobierno a este grupo tan diverso, principalmente por la ley antitransfuguismo que se aprobó ni bien iniciado este gobierno. Tras la sentencia del Tribunal Constitucional, ahora resulta inútil.
Un fallido indulto, Keiko Fujimori en prisión y una muy poco acertada gestión congresal, dirigida por la propia lideresa, han llevado a FP a perder el capital político que dejó su padre. Basta ver la desaprobación de Keiko en las encuestas para corroborar este hecho. Por otro lado, resulta muy improbable que los actuales líderes locales con aspiraciones políticas y económicamente pudientes puedan querer sumarse a un partido que hoy les ofrece poco o nada.
En conclusión, pareciera que lo que le está pasando a FP es mucho más que una crisis pasajera. Podríamos percibir que este es el inicio de un ocaso que posiblemente demorará un poco en acabar, pero que terminará en la total irrelevancia política, sobre todo si su bancada continúa con estos desaciertos.
Lo más triste es que esta historia pudo ser muy distinta.