Profesores y padres deben escuchar de manera atenta, oportuna y permanente a sus educandos en las situaciones en que ellos lo demanden y no cuando tengan disponibilidad de tiempo y/o ganas de escuchar a sus pupilos. Los maestros y padres tienen que estar dispuestos siempre a ponerse en contacto con el alumno o su hijo/ hija de hoy, lo cual no necesariamente implica que deben compartir lo que les dicen. Deben mostrar una permanente receptividad para que el niño y adolescente siempre les tenga confianza y seguridad para acercarse y contarle sus vivencias de todo tipo.
La escucha no diferencia sobre situaciones significativas o no significativas. Pueden ser positivas o negativas. Debe permitir a los niños, niñas y adolescentes, incluyendo a los adultos, sentirse atendidos , valorados y con menos tensiones. Es conveniente señalar que las personas para ejercer una buena escucha tienen que “aprender a escucharse a sí mismas”
“Oír y escuchar” son conceptos diferentes que hay que tener en cuenta. Por ello “oír es percibir con el sentido del oído los sonidos” y “escuchar es prestar atención a lo que se oye”. No es un simple acto sensorial. Es un acto que requiere un mínimo de formación personal, educativa y de tutoría de la persona que escucha.
Por todo lo señalado, la escucha es la base para el dialogo, la entrevista, la contención psicológica y, por supuesto, para lograr el bienestar socio-emocional, tratando siempre de diferenciar “lo latente de lo manifiesto”. “Lo latente” se refiere a las causas psicológicas(cognitivas, pero sobre todo emocionales) que no se expresan. Y “lo manifiesto” son las actitudes y conductas respectivas que se reflejan o concretan en la verbalización o los comportamientos de las personas en la casa, el colegio y otros espacios. En la tutoría escolar la escucha es fundamental. ¿Oír o escuchar?