Cada día la empresa Petroperú se consolida como un caso de manual de lo que implica el desastroso manejo estatal de una compañía por más “estratégica” que sea, pues está quebrada desde hace años, ha sido un botín de corruptos de todos los pelajes y no da para más, pero igual sigue operando por razones ideológicas, mientras chupa recursos frescos de todos los peruanos y sus sindicatos exigen y exigen beneficios como si estuvieran en la más prospera de las realidades.
Ese trasnochado sueño de la izquierda del “Estado empresario”, al que quieren llegar a través de una asamblea constituyente para redactar una nueva Carta Magna, nos llevaría a tener no solo una empresa deficitaria como la petrolera estatal con la que ya nadie sabe qué hacer, sino otras en diversos campos como el transporte terrestre y aéreo, la salud que en una pequeña parte está en manos privadas, el turismo, la telefonía, la energía eléctrica, la banca, las pensiones, los seguros y demás.
Imagine usted, estimado lector, que las empresas públicas encargadas de dar estos servicios hubieran caído en manos de un gobierno inepto y corrupto como el de Pedro Castillo, elegido por Perú Libre, uno de los grandes promotores de la estatización de la economía. ¿Quiénes hubieran sido los gerentazos? ¿El ministro de Salud de las “pócimas mágicas”? ¿“Pinturita” o alguno de Los Dinámicos del Centro? ¿Un recomendado de Bruno Pacheco?, ¿un profesor sindicalizado que se niega a ser evaluado pero pide aumento de sueldo?
Miremos nomás lo que hizo el gobierno de izquierda de Castillo con Petroperú, una de las pocas empresas públicas que quedan. Puso como cabeza de la compañía “estratégica”, previo pago de una coima de 30 mil soles según ha dicho Fermín Silva, dueño de la Clínica La Luz, la favorita del golpista, a un incompetente y hoy investigado por corrupción llamado Hugo Chávez, que aceleró el proceso de deterioro financiero de la petrolera a la que dejó en la última lona.
Mantener hoy a Petroperú nos cuesta mucho dinero. Es un agujero negro por donde se va la plata que tanta falta hace en nuestro país. Si algunos sectores políticos quieren empresas estatales para darle trabajo a sus amigos, recomendados y miembros del partido, que mejor les paguen un sueldo con su plata y no con la nuestra. Lamentablemente este gobierno va a insistir con mantener artificialmente a la petrolera que indefectiblemente, en algún momento, tendrá que cerrar, porque es insalvable.