La juramentación de los 130 congresistas para el periodo que se avecina resultó un anticipo de lo que nos espera: un vecindario en llamas. Los padres de la patria no solo compitieron por la juramentación más inspirada y a veces pintoresca (la hija fallecida, las lagunas y la pachamama, contra el maltrato a los animales, por el indulto al expresidente preso, por la belleza de la patria), sino por la frase que más rápido los hiciera saltar de sus asientos.
El momento estelar lo ofreció Indira Huilca cuando, en la cara del propio Kenji, juró en nombre de su padre, Pedro Huilca, el mismo hombre que fuera asesinado por el grupo Colina durante la dictadura de Alberto Fujimori. Marisa Glave, por su parte, juró por que ninguna mujer fuera esterilizada en contra de su voluntad.
Fueron frases confrontacionales, pero legítimas. Y sobre todo basadas en la verdad. Por eso la reacción de protesta de la bancada de Fuerza Popular resultó preocupante. Un coro bullanguero que no solo no podía silenciar la verdad obvia y comprobada de las frases repetidas por los altavoces, sino que parecía legitimar los atroces actos a los que Glave y Huilca se referían.
¿Qué otras lecturas hay que darle a esa tribuna en protesta disciplinada? Recordemos que también se habló del indulto humanitario a Alberto Fujimori. ¿Por qué luchará el movimiento que hoy se llama Fuerza Popular cuando su razón de ser quede libre?