Otra interpelación a una ministra que nadie pretendía censurar. ¿Puede un texto escolar único reflejar un consenso que complazca con una sola versión a libre-mercadistas y socialistas, fujimoristas y antifujimoristas, conservadores y liberales, mineristas y antimineros, religiosos y laicos, etc.? ¿Puede considerarse ilegal que un consultor de textos escolares escriba que el fujimorismo o velasquismo fue bueno para el país (a diferencia de otros profesionales que opinan al revés), o que hablar de identidad de género favorece mejor las condiciones de educación de adolescentes (a diferencia de otros que lo consideran perverso), que debe censurarse que se hable de sexo anal porque eso es anormal o no es un tema para el colegio (a diferencia de quienes piensan que es una oportunidad para encaminar las angustias de los adolescentes que quieren hablar del tema), y así sucesivamente?
Quizá lo que la Comisión de Educación debería estudiar es la eliminación del texto escolar con posiciones únicas sobre los temas cruciales y polémicos, para pasar a usar antologías de posturas y documentos diversos (incluyendo digitales) sobre esos temas, de modo que en el uso y confrontación de diversas fuentes, el alumno aplique las competencias que el currículo nacional define para la formación ciudadana, el pensamiento crítico, la autonomía, la capacidad de indagar, investigar, confrontar y tomar posiciones, considerar dimensiones éticas y cívicas, etc. Ello, de la mano con la capacitación de docentes que incorpore esta pedagogía para sus quehaceres escolares, nos acercaría más a la educación siglo XXI.