Lo dijimos, Joe Biden, concentrará toda la estrategia de la campaña al tema de la pandemia. Sabe que es lo más vulnerable que tiene en estos momentos el presidente Donald Trump, contagiado con Covid-19. En efecto, el candidato demócrata acaba de condicionar al presidente neoyorquino para que participe en el debate en la modalidad virtual. La reacción del presidente, otra vez gobernado por sus impulsos, ha sido despreciarla. Considera que una exposición de ideas por medio de un computador, no es un debate, entre otras cosas, porque el control del modus operandi estará totalmente en manos de los moderadores. Por eso, además, ha pedido postergar el debate por una semana para que sea presencial, calmando los temores demócratas de que se produzcan contagios. Sospechando la respuesta negativa de Trump, el demócrata Biden ha dicho que tampoco debatirá porque al mandatario se le ocurra caprichosamente alterar el cronograma de los encuentros verbales. Entrampados, entonces, la fecha del segundo debate, pactada para el 15 de octubre, ha quedado prácticamente frustrada. A los demócratas parece faltarles calle porque deberían condicionar a Trump a debatir presencialmente en la fecha prevista pero usando mascarilla. Sería el cuadro de la derrota para Trump. Pedirlo no se vería como una condición malévola, sino como el pedido de la sensatez por la protección. Un presidente que decida no usarla sería el perfecto escenario para que Biden siga imputándole la responsabilidad total de los cerca de 7,58 millones de contagiados y los más de 212 mil muertos en todo el país por la pandemia. Los demócratas deben partir de la tesis de que a Trump por ningún motivo, le convendrá evadir el debate y por el formato que fuera. Los republicanos saben que todo ello siempre jugará en contra del presidente. Es evidente que Trump está perdiendo las elecciones por él mismo pues sus errores son cuantitativamente impresionantes. Su complicadísima posición en las encuestas no es la consecuencia de las preferencias de la gente por un candidato demócrata sin reflejos. No. Es el resultado del rechazo, acumulado por sus desatinos desde que fue declarada la pandemia en marzo de este año.
Trump acorralado
Columna de opinión