Desde que el presidente Pedro Castillo cayó en desgracia a pocos meses de iniciado su mandato, quedó claro que su defensa legal es muy precaria, y que con eso su situación jurídica y política lo llevaría con mayor velocidad hacia el abismo de la renuncia, la vacancia o la inhabilitación. Si a eso sumamos que en su discurso el mandatario no deja de defenderse apelando a la victimización y el cuento de que lo atacan por ser “profesor, agricultor y rondero”, es evidente que el régimen del lápiz está en etapa terminal.
Recordemos a uno de los abogados del jefe de Estado, Eduardo Pachas, cuando trató de desvirtuar el reportaje de Cuarto Poder donde se mostraba que la casa del pasaje Sarratea, en Breña, era un despacho presidencial paralelo donde se cocinaban irregularidades y trafas que poco a poco vamos conociendo. Incluso este defensor legal del profesor salió a decir que todo el material era editado, como si la opinión pública fuera tonta para tragarse esa infantil historia.
Meses después, cuando se hizo público el monumental plagio de la tesis con la que el presidente Castillo y su esposa obtuvieron el grado de magíster, este mismo señor salió a tratar de “demostrar” la cuadratura del círculo al afirmar que la responsabilidad de las irregularidades que pueda tener dicha “investigación” era de la universidad que la admitió, y no de los tesistas. El hombre se enredaba en sus endebles “argumentos”, pero se mantenía firme. No le importaba el ridículo. Chamba es chamba, pues.
Ahora último hemos visto a otro abogado, este vez uno llamado Benji Espinoza, que ayer ha presentado un pedido de nulidad contra la decisión del fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, de investigar desde ahora al mandatario –y no cuando deje el cargo– por diversos presuntos delitos. ¿No se dan cuenta que al tratar de correrse de la fiscalía no hacen más que mostrar al jefe del Estado como culpable? Si no tiene nada que temer ni ocultar, ¿por qué se esconde en recursos abogadiles de este tipo? La lectura política es clara.
Con ese tipo de defensa penal, el presidente se está hundiendo cada vez más en fangos legales y políticos. Pero claro, qué abogados serios y competentes van a aceptar el encargo de tener como patrocinado a un indefendible que es sindicado como el cabecilla de una red dedicada a levantarse al Estado, en la que aparecen como implicados verdaderos impresentables como Bruno Pacheco, Juan Silva y Zamir Villaverde, este último con antecedentes por asalto a mano armada a una pizzería de Miraflores.