¿Pueden los partidos políticos convertirse en organizaciones criminales? Obviamente, sí, por lo que la propuesta de un grupo del Congreso para exonerar de este delito a estas agrupaciones es una apuesta a la impunidad, un camino abierto al refugio de lavadores de dinero, al narcotráfico y otros delitos.
El plan parlamentario es individualizar las penas, tal como consta en el código penal, y no embarcar a todo el grupo político en los delitos de unos cuantos pillos. Pero, ¿qué pasa cuando este puñado de personas lidera el partido? Lógicamente, las intenciones cambian para mal.
Algunos legisladores quieren camuflar los delitos de los bandidos vestidos de dirigentes políticos, lo que implica que, por ejemplo, los organismos públicos no puedan fiscalizar el uso de los recursos que reciben los partidos de parte del Estado. Así no se revelaría qué hacen con el dinero de todos los peruanos.
Una manera de lavar dinero es aportar en las campañas electorales. Antes sólo el narcotráfico inundaba de propaganda las calles; pero, ahora tienen competencia: la delincuencia organizada, mediante pequeños movimientos políticos, también apuesta por contar con alcaldes y regidores en distritos y provincias.
Entonces, pensar que los políticos no pueden ser dirigidos por organizaciones criminales es querer ocultar una realidad. Miremos Ecuador, donde asesinan a candidatos presidenciales. ¿Eso queremos para el Perú? De ninguna manera se puede apoyar una ley especial manchada con sangre.