Ayer la Procuraduría General del Estado ha pedido al Ministerio Público que se investigue a la suspenda fiscal de la Nación, Patricia Benavides; y al congresista José Balcázar (Perú Bicentenario), por los presuntos delitos de cohecho pasivo propio y cohecho pasivo genérico en agravio del Estado luego que el filósofo Jaime Villanueva, exasesor de la cuestionada magistrada, indicara en un interrogatorio que entre ambos trataron de hacer un “intercambio de favores”.
En su declaración del 30 de enero ante el Ministerio Público, Villanueva ha dicho que hubo un acercamiento con Balcázar, un impresentable ya “célebre” por estar a favor de las relaciones sexuales entre hombres adultos y menores de edad, para conseguir que vote a favor de los intereses de Benavides a cambio de que se archive el caso que tiene pendiente en Chiclayo por el robo de plata del Colegio de Abogados de Lambayeque entre los años 2019 y 2020, cuando se desempeñó como decano.
Para esto, añade el filósofo, se intentó presionar, sin éxito, a la fiscal de Lambayeque, Carmen Miranda Vidaurre, quien se mantuvo firme en sus decisiones respecto al caso de apropiación ilícito conocido por todos en Chiclayo. Ante esto, y como se le debía un “favor” al legislador elegido por el partido del delincuente prófugo Vladimir Cerrón, se habría nombrado a un alegado a Balcázar en un importante cargo en el Ministerio Público. Nauseabundo por donde se mire, ¿verdad?
Por el bien del país, situaciones como estas tienen que investigarse y esclarecerse. Tengamos en cuenta que quien ha declarado esto ha sido brazo derecho e izquierdo de la fiscal Benavides, a la que ahora acusa de ilícitos y repudiables negociados bajo la mesa. ¿Por qué mentiría Villanueva? De otro lado, del cerronista Balcázar no se puede esperar mucho si se tienen en cuenta sus antecedentes. Irónicamente este sujeto está hoy a cargo de la Comisión de Educación del Congreso.
Todo lo que ha dicho Villanueva, de largo recorrido en el Ministerio Público, tiene que ser investigado. Sin embargo, el gran problema es que dicha institución tomada por bandos dispuestos a pelearse hasta con chavetas y verduguillos, ha perdido credibilidad por lo que poco o nada se puede esperar de una pesquisa en las actuales circunstancias. Urge una limpieza total y más tarde una renovación que permita al ciudadano creer que está ante una Fiscalía seria y objetiva, y no en lo que es ahora.