El premier Aníbal Torres cerró su discurso ante el Congreso desafiante y provocador. “Si ustedes consideran que mi persona es judicial, ustedes tienen la facultad de censurarme y eso lo deben hacer por supuesto de inmediato y están en su plena facultad”, expresó. Como diciendo: “Señores congresistas ya dejen de insultar, golpear la mesa, hacer berrinches, bótenme si pueden”. Los está pechando y se hacen los locos. Hay mucho show y fuego artificiales de los legisladores en los medios y en el mismo Hemiciclo, pero a la hora de la verdad el silencio de los parlamentarios es atronador. La gran pregunta es ¿por qué hay tan poco carácter y decisión para enfrentarlo?
Estamos pasando un momento muy crítico para el país. La corrupción sigue cercando al Gobierno. Hace poco trascendió que los hermanos Espino han comenzado a colaborar con la justicia e involucraron a los hermanos de la primera dama, Lilia Paredes, en actos presuntamente delictivos. El Congreso, más allá de algunas voces aisladas, no reacciona. Con justa razón, los peruanos vemos defraudadas las expectativas que teníamos en este poder del Estado, que suponíamos iba a tomar muy en serio las demandas de la mayoría de peruanos, que pide que termine pronto el desgobierno de Pedro Castillo.
Ya que el Congreso no hace su tarea, la prensa en el Perú se convierte en el gran obstáculo del Gobierno para seguir haciendo de las suyas. El propio Aníbal Torres dijo en el Parlamento que “no estamos haciendo ninguna medida contra la prensa, hay excesiva libertad de prensa incluso para injuriar, difamar, calumniar”. Una velada amenaza contra las libertades en el país.
Los que sí están proponiendo medidas contra la prensa son los congresistas oficialistas de Perú Libre, quienes buscan incrementar penas por delitos de calumnia y difamación en medios de comunicación. Y eso no es todo. En el mismo proyecto legal plantean que se sancione a los que perjudiquen el honor de una persona en redes sociales. Queren que la libertad de prensa se adapte a sus deseos.