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Puquio. A orillas del río San José está Viseca, la hacienda donde José María Arguedas pasó los días más felices de su infancia y donde muy a menudo solía treparse de la cola de “Gringacha”, una colorada y apacible vaca, para subir la cuesta.Hasta allí ayer una delegación conformada por el ministro de Cultura, Juan Ossio Acuña fue en busca de encontrar los pasos extraviados del literato peruano que hoy se recuerda el centenario de su natalicio.José María Arguedas, nació el 18 de enero de 1911 en la ciudad de Andahuaylas. Era hijo de Víctor Manuel Arguedas Arellano, un abogado cuzqueño que ejercía de Juez en diversos pueblos. A la edad de tres años, perdió a su madre, y pasó a vivir a la casa de su abuela. La vida de José María Arguedas cambiaría allá por 1915, cuando su padre fue nombrado Juez de la provincia de Lucanas.Su progenitor conoció a una rica hacendada de San Juan de Lucanas y pasó a vivir con la madrastra Grimanesa Arangoitia. Su padre dejó de asumir la función de juez y retornó a su antiguo oficio de abogado litigante. La madrastra le tenía un desprecio que pasó a vivir con los criados indígenas de la hacienda.Su experiencia de convivir con los empleados y apoyar en las faenas agrícolas lo llevaría a plasmar con el tiempo en su obra cumbre: Los ríos profundos. El hermanastro Pablo Pacheco lo maltrataba física y psicológicamente. No soportó maltratos y huyó de la casa de la madrastra junto a su hermano Arístides a la edad de 6 años y se fueron a la hacienda Viseca de propiedad de Los Peñafiel, donde permaneció hasta los 9 años, olvidado por el padre y recibía solamente el cariño de los indígenas.El amor que nació entre José María Arguedas y los indios se refleja en su obra Warma Kuyay (Amor de Niño). Esta última hacienda de a pocos está siendo restaurada y tiene una especie de museo con las fotografías de los personajes que marcaron su vida.Allí está incluso el retrato de Dolores Morales, cocinera de la hacienda y conoció muy de cerca a José María Arguedas.Dicha hacienda aún mantiene algunos casi intactos dibujos pintados en los murales donde la temática eran los campos abiertos y libres; y las pequeñas viviendas de tejas. Se tiene que restaurar.El periplo se inició en Puquio y el primer punto y paso obligado de parada es el distrito de San Juan donde también vivió de joven el literato de la corriente indigenista. La casa donde vivía fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación.“Hay que cuidar esta casa para generar turismo y con el tiempo adquirirla y convertirla en un museo”, dijo Wilber Velarde Rojas, alcalde de Lucanas.Los parajes de Puquio y del valle de Sondondo sirvieron de inspiración a muchas de sus obras como Fiesta del Agua, Yawar Fiesta, Los Escoleros, La agonía de Rasu Ñiti y otros cuentos literarios.Wilfredo Oscorima, Wilber Velarde y Juan Ossio han coincidido que José María Arguedas reivindicó a los indígenas y que el Perú es el país de todas las sangres.
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José María Arguedas, el hijo adoptivo de Lucanas
El amor que nació entre José María Arguedas y los indios se refleja en su obra Warma Kuyay (Amor de Niño).