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Hace cien años, Arguedas nació en Andahuaylas, el 18 de enero en el seno de una familia acomadada. Su madre fue la señora Victoria Altamirano Navarro y su padre, el abogado Víctor Manuel Arguedas Arellano. A los tres años y medio quedó huérfano de madre. Su padre se casó en segundas nupcias con una mujer que “era dueña de la mitad del pueblo, y tenía mucha servidumbre indígena.” “Yo soy hechura de mi madrasta”, ha confesado Arguedas.
Ella le enseñó a comprender los límites del odio y el desprecio que sentían los “mistis” por los indios; y, a sentir la ternura y el amor sin límites de los humillados. El amor que se tienen entre ellos y que le tienen a la naturaleza, a las montañas a los ríos?Una frase desgarradora, sintetiza su experiencia vital: “Mi niñez pasó quemada entre el fuego y el amor”, manifestó en el Primer Congreso de Narradores realizado en Arequipa en 1965.
La vida del escritor estuvo marcada por su infancia, pues no conoció el afecto de los “grandes señores”; pero sí recibió el cariño que le prodigaron los indios quechuas, con quienes compartió desde niño sus alegrías y tristezas. Comprendió entonces el gran dolor y el sufrimiento de los humildes campesinos frente al desprecio de los gamonales.
Su producción narrativa comprende: Agua (1935), Yawar Fiesta (1941), Los ríos profundos (1958), El Sexto (1961), Todas las sangres (1964) y El zorro de arriba y el zorro de abajo (1971).
Desde muy temprano, comprendió que sólo se podía percibir al indio desde su contexto andino, a la sierra en sus relaciones de dependencia a la costa; y, a la nacionalidad, por sus vínculos de dominación hacia las metrópolis capitalistas. Comprendió, además, que el Perú de sus últimos días, ya no era la sociedad dual de la década del 20 estudiada por Mariátegui.
Muchos entrecruzamientos de hombres y culturas se había producido en más de 40 años, hasta configurar una especie de otra sociedad. La expresión “Lima es el Perú”?acuñada por Valdelomar, adquiere, hoy, más vigencia. Por las calles de la capital limeña caminan gentes de todos los lugares del país.
Arguedas percibió también, que el Perú legendario estaba amenazado de muerte por el incontenible proceso modernizador.
Para salvarlo presentó un proyecto al Ministerio de Educación que buscaba la recopilación de los mitos y leyendas de las mismas fuentes para evitar la tergiversación de nuestra historia mítica.
Muchas fueron las preocupaciones de Arguedas: dar una imagen veraz de nuestra sociedad, reivindicar al Perú profundo, “acorralado” desde hace siglos, construir el mito de la revolución, es decir, “la fraternidad de los miserables”. Rendon Wilka, es en Todas las sangres, el protagonista que encarna las aspiraciones de los oprimidos y expresa una alternativa de cambio social, como lo es Benito Castro en el Mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría“, Servando Huanca en el Tungsteno de César Vallejo y Héctor Chacón en Redoble por Rancas de Manuel Scorza.
Por eso al conmemorarse el centenario de su nacimiento, sus planteamientos y agonías seguirán vigentes en quienes se preocupen por nuestra identidad cultural.
LIC. ÁNGEL ALBERTO VARGAS SÁNCHEZ COLABORADOR
José María Arguedas en el centenario de su nacimiento
José María Arguedas percibió que el Perú legendario estaba amenazado de muerte por el incontenible proceso modernizador.