Al término de haber realizado denodados esfuerzos por ser alguien en la vida, 99 internos del penal de Lurigancho se graduaron en el Centro de Educación Básica Alternativa (CEBA) “Manuel Gonzáles Prada”.
Con un intenso ritmo de estudio: cuatro horas diarias de lunes a viernes en clases de matemática, historia, comunicación, educación para el trabajo, inglés y otros cursos que contribuyeron a la resocialización de los privados de libertad, los internos finalizaron satisfactoriamente los ciclos inicial, intermedio y avanzado.
“Podemos seguir estudiando, podemos cambiar nuestro patrones de conducta”, sostuvo Adrián Ñauri Loayza, interno que a nombre de la promoción 'Forjando un mundo de esperanza', sintetizó el sentir de sus compañeros que acabaron la etapa escolar.
Sin embargo, no solo los privados de libertad más jóvenes decidieron empezar o proseguir sus estudios escolares; pues, personas de tercera edad también se animaron a adquirir nuevos conocimientos.
Cabe resaltar a Isidoro Curi, quien a los 69 años de edad manifestó que “no es tarde para estudiar”. Y si bien, “sufrí para recordar la tabla de multiplicar, (al final) lo logré”.
Al ser entregadas las diplomas, cada una de las familias, que acudieron al evento, estallaron en júbilo más aún al presenciar cómo los internos lanzaban los birretes como símbolo de objetivo logrado.
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