La voz tajante y personalidad audaz del juez anticorrupción Max Vengoa Valdiglesias, quien ha decido el futuro de varias autoridades de Arequipa por cometer actos ilícitos, solo ceden ante la presencia de dos personas: sus hijos. “Quiero tenerte muy cerca/Mirarme en tus ojos/Verte junto a mí” interpretada por Consuelo Velázquez salía desde la toca disco mientras que arrullaba a Isabela, su primera hija.
Recuerda su pequeña mano sostener con fuerza y vigor el dedo pulgar de su padre. Años después nació Samuel, las emociones se repitieron como la primera vez. El hombre que decide basado en el entendimiento de las leyes y ciencia pide a Dios que enseñe a sus hijos que la vida no es fácil pero que no es excusa para no vivirla a plenitud.
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Se conoce la faceta de un juez como un hombre tenaz para tomar decisiones, pero detrás existe un padre sensible ¿Cómo convive su día a día entre ambas facetas? El tener que resolver casos complejos hace que mostremos una faceta profesional que pareciera desligada de sentimientos. Uno tiene que decidir en medio de situaciones complejas para la propia familia más en el contexto que se vive hoy. Depende mucho de un manejo emocional y psicológico para poder cumplir con la función judicial y atender el amor de nuestros hijos.
¿Cuál fue su reacción al enterarse que sería padre por primera vez? Recuerdo dos episodios. Cuando nació Isabela (9 años) y Samuel (4 años). En ambos casos la emoción me embargó. Llega ese momento en el que uno se pregunta ¿qué hacer con la vida que carga entre sus brazos?
¿Cómo explicarle a un hijo que hace un juez? Justo Samuelito me preguntó hace poco en qué consiste mi trabajo. Fue difícil explicarle. La verdadera labor es entender la dimensión humana. De esta manera se busca, no dar un sanción o penalidad sino un mensaje de que una conducta errada tiene consecuencias.
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¿Cuál es el recuerdo más valioso que guarda de su padre? Recordar a papá es muy especial. Gracias a Dios aún lo tengo a mi lado. Cuando tenía 13 años saqué una mala calificación en Educación Cívica. Recuerdo el temor que sentía al llevar el reporte ante mi padre. Me fui a dormir muy asustado. Al día siguiente cuando regrese a casa del colegio mi papá me tenía un regalo en la casa: una guitarra. Me dijo: “Una nota no refleja quién eres y sobre todo lo que eres capaz de hacer”. Fue mi motivador y por ello seguí sus pasos. La línea de Derecho en mi familia perdura desde mi bisabuelo.
¿Qué mundo espera dejar para sus hijos? Un mundo mejor. Sin embargo, quiero que ellos aprendan a ver el mundo real. No quisiera evitarles dolor o sufrimiento. Lo que espero para ellos no es todo lo bello, quisiera que ellos transformen el mundo desde sus esfuerzos.
¿Qué concejo les daría cuando las cosas no vayan bien y quieran tirar la toalla? Decirles que uno puede caerse muchas veces. El mundo es hostil pueden cometer errores, pero tienen que levantarse cien veces. Como decía Pepe Mujica: Fracasados son aquellos que deciden no continuar la lucha, que caen y no se levantan. Ellos deben entender que es necesario persistir en sus sueños. Nada bueno se consigue de lo fácil. Se requiere dedicación sobre todo en tiempos convulsos como el que vivimos en estos días a poco de la Independencia del país. Hay esperanza de ver una sociedad más unida y empática.