De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo, siendo responsables de más de 17 millones de fallecimientos cada año. En nuestro país, según el Ministerio de Salud, los infartos representan una alta tasa de mortalidad, y se estima que muchas vidas podrían salvarse si los pacientes actúan de forma inmediata al notar los primeros síntomas.
“La presión o dolor en el pecho, el brazo, la espalda o la mandíbula son los síntomas más comunes de un infarto. También pueden aparecer otros signos, como dificultad para respirar, sudoración excesiva, náuseas y un aumento acelerado de la frecuencia cardíaca. Ante estos indicios, es fundamental buscar ayuda médica de inmediato”, explica el Dr. Miguel Reyes Rocha, cardiólogo de la Clínica Anglo Americana.
Además, hay diferencias sutiles en los síntomas entre hombres y mujeres. “En las mujeres, los síntomas pueden no ser tan evidentes, y en lugar del típico dolor en el pecho, es común sentir molestias en el cuello, la mandíbula o la parte superior del abdomen. Por eso, es vital que no ignoren estos signos inusuales y acudan a emergencia al menor indicio”, añade el especialista.
Cuando se sospecha de un infarto, lo primero que se debe hacer es acudir al hospital lo antes posible, preferiblemente a un centro con la capacidad adecuada para tratar estas emergencias. En Perú, también se puede llamar al número de emergencias 116 de los bomberos para solicitar ayuda inmediata. Al llegar al hospital, el diagnóstico rápido puede marcar la diferencia. “Se realiza un electrocardiograma para confirmar el infarto y se solicitan análisis de sangre que miden las sustancias liberadas por el tejido cardíaco dañado”, detalla el médico.
En algunos casos, los síntomas pueden confundirse con otras afecciones como el reflujo esofágico, un dolor muscular o incluso un ataque de ansiedad. Sin embargo, ante cualquier duda, es recomendable buscar atención médica. “Es mejor prevenir que lamentar, ya que incluso los síntomas más leves pueden indicar un problema grave”, advierte el Dr. Reyes.
La genética también juega un papel importante en el riesgo de sufrir un infarto. Las personas con antecedentes familiares de enfermedades cardíacas deben ser aún más cuidadosas con su salud. “Mantener un estilo de vida saludable, con una dieta equilibrada, ejercicio regular y no fumar, puede reducir significativamente el riesgo de sufrir un infarto, incluso en personas con predisposición genética”, menciona el Dr. Reyes.
Conocer los síntomas y actuar con rapidez son herramientas fundamentales para prevenir infartos, pero la prevención juega un papel clave en la reducción de su incidencia. Esto incluye dejar de fumar, mantener una dieta saludable, controlar el estrés y realizar actividad física regular. Por lo tanto, las revisiones médicas anuales son esenciales para detectar y tratar a tiempo cualquier factor de riesgo.
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