Se encuentra ubicada a 3200 metros sobre el nivel del mar y es conocida como el Paraíso de la Navidad. Nos referimos al distrito de Acobamba en Huancavelica. En este lugar, las fiestas navideñas duran una semana  en las que los caporales de dos barrios compiten en el Atipanacuy con danzas y coreografías.

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El barrio Santos, está situado al noreste del distrito, donde se ubica la iglesia matriz colonial San Juan Bautista de la plaza Sucre. Y el barrio Ccollo o Pueblo Viejo, está ubicado al sureste y representada por la iglesia colonial de la plaza José Olaya.

Ambos compiten para ver quien organiza mejor las celebraciones en honor al Niño Jesús y los Niños Nativos. Estos últimos son conocidos popularmente como “negritos”, se les reconoce por sus máscaras y vestimentas y se encuentran simbólicamente al servicio de la imagen principal del Niño Jesús. Según la tradición, actúan como intermediarios entre la divinidad católica y el mundo andino.

En la fiesta de la Navidad de Acobamba danzan el caporal, el retaguardia, el quitacaporal, el negrito, el chuto, la chacota y el latamacho, cada uno tiene un papel específico en las multitudinarias comparsas que ejecutan elegantes coreografías.

Una tradición

Según el historiador acobambino Francisco Navarro, la celebración es el resultado del arrieraje y el trueque, prácticas ancestrales que servían para transportar productos a lomo de bestia para ser intercambiados en la costa, sierra y selva. Las caravanas eran dirigidas por un patrón y las conformaban capataces, custodios, esclavos africanos y peones andinos que arreaban llamas, asnos, mulas y caballos.

”Con los años, estos personajes primigenios fueron reemplazados por danzantes que representaban la llegada de los arrieros días antes de la Navidad. La población empezó a recrear a los personajes, crear pasos, vestuarios y repertorios, para  recordar la tradicional expresión”, comenta Navarro.