Sarah Sand junto a sus tres hijos, ya adultos, contando la terrible experiencia que vivieron en 2014. (Foto: captura YouTube)
Sarah Sand junto a sus tres hijos, ya adultos, contando la terrible experiencia que vivieron en 2014. (Foto: captura YouTube)

En el 2014 Sarah Sand bebió dos botellas de vino, fue a la casa de la persona que abusó de sus tres hijos y lo apuñaló ocho veces hasta causarle la muerte. Hoy, en libertad, recuerda el caso y dice que las acciones de los pedófilos “deben tener consecuencias”.

El violador fue identificado como Michael Pleasted, de 77 años, había abusado de sus tres hijos y de otros niños en la urbanización Silvertown en Londres. En ese momento estaba con libertad condicional después de estar preso por abuso de menores, pero para ocultar su pasado se cambió de nombre, de esta forma nadie sospechó de él.

Bajo la identidad de Robin Moult, Pleasted pudo conseguir un nuevo permiso de conducir y un pasaporte, además una nueva comprobación de antecedentes penales para permitirles el acceso a los niños.

Pleasted era un anciano popular en la zona, ordenaba diarios en una tienda por lo que tenía contacto con adultos y niños. Poco a poco se ganó la confianza de Sarah y de sus hijos, estos comenzaron a apoyarlo en su trabajo y también los invitaba a su casa, hasta que los niños revelaron la agresión sexual, según informa la .

El anciano fu arrestado tras la denuncia de Sarah, pero se le concedió la libertad tras pagar una fianza y regresó a su casa, muy cerca de donde vive Sarah con sus hijos. Ella, confundida, fue a exigirle que se declarara culpable.

“Me di cuenta de que había cometido un gran error. Él no estaba arrepentido de ninguna forma. Dijo ‘tus hijos están mintiendo’. El mundo entero se congeló. Tenía el cuchillo en mi mano izquierda y recuerdo que trató de agarrarlo”, dijo. Luego de asesinarlo se entregó a la policía.

El ataque le costó una condena por homicidio involuntario de más de siete años. Fue absuelta del cargo de asesinato porque se consideró que había perdido el control.

Ahora en libertad, la madre se dedica a hacer campañas para evitar que los abusadores consigan tretas legales para evitar la cárcel o cambien sus identidades. También ha revelado que siente remordimiento por lo que hizo.

“Yo traigo vida al mundo. Nunca se me ocurrió que sería culpable de quitarle la vida a una persona”, declaró.

Sin embargo, tiene un mensaje para todos los pedófilos.

“Para los pedófilos, si tocas a los niños, tiene que haber consecuencias. Y esconderse detrás de los cambios de nombre... hay que quitárselo. Hay que quitarles el derecho a cambiar de nombre”.

Y resume lo que hizo con una potente frase: “Hice lo que cualquier madre haría”.

Hijos orgullosos

Cuando ocurrieron los abusos, los hijos de Sarah tenían 12 y 11 años. Ahora que son mayores de edad destacan lo hecho por su madre.

El mayor, Bradley, dice que se “quitó el sombrero” por lo que hizo su mamá, porque Pleasted “vivía literalmente al otro lado de la calle”.

Los mellizos Alfie y Reece dicen que la muerte del violador los “hizo sentir más seguros” y que fue agradable saber “que estaba muerto”, pero que “las pesadillas no se detuvieron” y en más de una ocasión se preguntaron llorando “dónde está mamá”.

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