Cada día es un suplicio por informaciones comunes que se dan. Esquelas de defunción de conocidos y extraños colocadas en redes por familiares o amigos no hacen otra cosa que refrescarnos del avance diario e incontrolable de la Covid 19, virus que mata a cada instante y, lo peor, sin saber cuándo habrá solución, salvo esperar la vacuna anunciada para el primer trimestre del siguiente año y, mientras tanto, el temor persistirá para no contagiarse en tiempos de irresponsabilidad masiva al incumplirse recomendaciones básicas: aislamiento, distanciamiento y usar mascarilla.

El 15 de agosto Arequipa recordó el 480 aniversario de fundación (Huánuco 481 años) y fue fecha de reflexión por la crisis que enfrenta, al igual que el resto del país como el mundo, en especial cuando la muerte golpea diariamente a familias que pierden un ser querido y lo más triste, sin poder despedirlos.

La Ciudad Blanca enfrenta días grises y sería prematuro hablar de una pronta reactivación, entendiendo que al menos 120 mil perdieron su trabajo, cifra en aumento por el imparable cierre de centenares de pequeños y medianos negocios que daban vida a la pujante economía reinante durante los últimos años, consolidando a su clase media y que empieza a reducirse.

Arequipa requiere poner en marcha proyectos paralizados en salud, educación, infraestructura, agricultura, minería y otros que necesitan de autoridades (triste tener un gobernador fantasmón y viviendo en otro mundo) como líderes, hoy ausentes, quienes olvidaron el legado dejado por ilustres personajes que la convirtieron en pujante y emprendedora, sobre todo fuerte para enfrentar y levantarse ante cualquier problema, como terremotos que destruyeron la ciudad.

Acabar con los días tristes está en manos de todos, recordando que depende de cada uno cumplir las recomendaciones para ganar la batalla al coronavirus.