Todo cambio de equipo ministerial abre un espacio para evaluar qué se hereda y continúa y qué giros conviene dar para oxigenar el ambiente y aprender de los errores de la gestión anterior. En educación sugiero:

1) Ponderar más el saber y aporte de los profesionales de la pedagogía, que estaban devaluados frente al de los economistas cuya identidad y quehacer no está centrada en el mundo de la educación (razón por las que el BID, BM, OECD, no pueden ni deben ser los referentes de la educación mundial).

2) Recuperar aliados perdidos del mundo académico y de la gestión educativa, que tenían serios reparos por la manera precipitada de introducir el currículo escolar. A su lado, la poca disposición a escuchar a los voceros de la educación privada que resentían las incomprensibles agresiones encarnadas por las normas y reglamentos persecutorias y sancionadoras.

3) La manera como se aplican las pruebas censales (en lugar de ser muestrales), se repiten en los mismos grados y áreas (matemáticas y lectura), se comunican a la comunidad (creando malestar en padres y profesores) y hasta se bonifican en el caso de profesores estatales de colegios con mejores puntajes. Todo ello ha ido convirtiendo a los colegios en academias de preparación para las pruebas, desvirtuando el sentido de la vida escolar.

4) La innovación mal entendida como buenas prácticas docentes a replicar, en vez de entenderla como un desarrollo institucional que requiere autonomía e incentivos para que quienes hacen las cosas bien puedan crecer y aportarle a la comunidad nacional los resultados de sus innovaciones.