Jaime Saavedra ha sido reconocido con justicia como ministro meritorio. Sería bueno que se quede otros cinco años para avanzar varias iniciativas interesantes que ha ido formulando. Sin embargo, el Minedu debería replantear su visión de la pedagogía, que asume que la calidad de la educación se mide con pruebas estandarizadas nacionales e internacionales (ECE, TERCE, PISA), por lo que su meta es mejorar esos puntajes que son insatisfactorios en todos los niveles socioeconómicos. Falta que el liderazgo ministerial incentive el desarrollo de propuestas pedagógicas modernas que permitan formar alumnos creativos, colaborativos, innovadores, con fortaleza de carácter, imaginación, iniciativa, capaces de resolver problemas reales, y con habilidades sociales y conductas éticas que son claves para la economía de la innovación y ciudadanía de estos tiempos. Eso no lo produce una pedagogía orientada a los tests y las fórmulas del pasado.

Quizá una analogía ayude a precisar. Si un padre de familia con escasa remuneración que vive en una casa de esteras es violento con sus hijos, ¿dejará de serlo al pasar a una vivienda de ladrillos? ¿O, si le aumentan el sueldo? Para el Minedu o el MEF, sí. Para los sicólogos y educadores, no. Eso solo ocurrirá si se interviene en el vínculo tóxico entre el padre y los hijos, incluyendo en casos necesarios apartar al padre. Del mismo modo, si no se interviene en el vínculo pedagógico obsoleto entre profesores y alumnos y no se revoluciona la pedagogía y el currículo, no se producirán los aprendizajes y habilidades requeridos para estos tiempos.