De visita en Israel, observo un intenso debate sobre la evaluación del fin de secundaria que habilita a postular a la universidad denominada “bagrut” que demuestra que el alumno aprobó todos los cursos de la secundaria con promedio mínimo de 56% en cada uno promediando la nota del colegio con la nota del examen externo que toma el Ministerio de Educación.

Resulta muy interesante para los peruanos observar cómo en otros países se expresa la diferencia de visiones entre los más conservadores (hasta el 2020 liderados por Binyamín Netanyahu), apegados a la escuela tradicional, atada al conocimiento duro, unidireccional, individualista y a los exámenes (con materias que dan mucho peso a la identidad religiosa y nacional judía), frente a los progresistas de Lapid-Bennett (que gobernaron entre el 2021y 2022), que postulan una adecuación a los tiempos que demanda de los estudiantes más autonomía, creatividad, pensamiento crítico, capacidad para la investigación colaborativa académica interdisciplinario y además poseer habilidades blandas especialmente en los social y comunicacional. Poco de esto se expresa en los exámenes convencionales lo que supone la necesidad de un sistema de evaluación multidimensional.

Al retornar la derecha de Netanyahu al gobierno en enero 2023, acaban de desactivar la reforma progresista para reinstalar la visión conservadora.

Similar retroceso se observa en el Perú por el dominio congresal conservador de derecha e izquierda por ejemplo en temas como la sexualidad y los contenidos de los textos escolares. Son retrocesos en los que pierden los alumnos.

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