En la CADE Educación 2015 procuré confrontar los paradigmas convencionales que intentan explicar el divorcio entre la oferta de profesionales y técnicos y la demanda de los empleadores que están frustrados porque buena parte de los candidatos no calzan con sus expectativas. La versión convencional sostiene que para remediarlo hay que capacitar a los jóvenes de secundaria o educación superior para adquirir las habilidades blandas deficitarias. Por mi parte sostuve que hacerlo en la secundaria ya es tarde, porque la empleabilidad se construye en los primeros 8 años de vida.
Veamos. ¿De qué se quejan los empleadores? Los candidatos tienen dificultad para analizar, investigar, resolver problemas, aprender cosas nuevas e innovar (por miedo al error o fracaso). Son mecánicos, repetitivos (no razonan). Tienen dificultad para tomar iniciativa, asumir responsabilidades con autonomía, comunicarse de manera efectiva y confrontar lo que dice el jefe. Dificultad para trabajar en equipo, cooperar, manejar conflictos, gestionar entornos de complejidad y pensar en el futuro desconocido. En suma, dificultad para “salirse de la caja”.
La pregunta es: ¿a qué edad se dan las condiciones favorables para construir estas habilidades y capacidades y en qué tipo de marco educativo? Sin duda en los primeros 8 años de vida y en espacios educativos modernos, flexibles, amigables, que entienden que el aprendizaje debe ser una experiencia placentera y en instituciones que tienen entre sus valores y principios rectores precisamente el cultivo de esas habilidades blandas. La neurociencia y la psicopedagogía de vanguardia lo avalan.