¿Alianza para el Progreso (APP) peca de ingenuo, es una agrupación con miopía política o subestima a los ciudadanos? Escoja una alternativa, pero en las tres encaja. El caso del presidente del Congreso, Alejandro Soto, tiene esos tres condimentos que cocinan lo que es el partido de César Acuña en su segundo intento por controlar la mesa directiva del Legislativo.

Cuando la congresista apepista Lady Camones estuvo en la cabeza de la mesa directiva del Parlamento, inmediatamente César Acuña quiso tomar el control de su gestión. El resultado fue el descalabro de su administración. Sin poder y con vergüenza, APP tuvo que pasar al ostracismo, con lo que significa que este Congreso tenga un cachito de sonrojo.

Después de ese despropósito de Camones, cuando se creía que Acuña había aprendido la lección de hacer política de manera ordenada, le volvió a ganar la soberbia al confiar en su instinto. ¿Por qué escoge a Soto si el hombre está empapelado? Los asesores le han debido comentar sobre el riesgo de designar al cusqueño, y si tiene espalda suficiente para cargar con ese cóndor.

El líder de APP minimizó el papel de la prensa, a la que ahora acusa de ser la responsable de que se sepa todo el pedigrí de Soto, cuando más bien debiera agradecer por no hacerle más daño a su partido y a la institución. ¿Qué desparpajo es eso de culpar a los periodistas por descubrir los fantasmas del presidente del Congreso? La torpe respuesta fue: originan una crisis política.

APP puede perder de nuevo la mesa directiva del Congreso, y esta vez el ingrediente estelar es la soberbia política de su líder. Y pensar que quiere ser presidente porque cree que en el Perú todo se puede. Si alguna vez quiso levantar la bandera anticorrupción, Acuña deberá recordar que desde hace unos años no hace más que escoger personas espúreas.