Ver algunas normas técnicas confusas y burocráticas emitidas por el Minedu, órganos de gestión descentralizada, e inclusive de colegios, sobre el desarrollo de la Tutoría y Orientación educativa afecta la satisfacción que tengo por haber participado en su génesis, implementación y mejora continua. Fui creador de la Dirección de Tutoría y Orientación Educativa, inexplicablemente, desactivada el 2015. Saludo que recientemente la ministra Miriam Ponce haya establecido una unidad orgánica de Tutoría como primer paso para su restablecimiento como Dirección.

Viví la tutoría como docente, tutor, coordinador y director en el Colegio León Pinelo, y como profesor en colegios públicos; pero sobre todo cuando se concibió conceptual y normativamente en el Minedu siendo viceministro. Es un servicio de acompañamiento socio-emocional y cognitivo-intelectual ligado a la gestión curricular de acuerdo al desarrollo evolutivo de nuestros estudiantes. No solo es responsabilidad del tutor formal, sino también del director, docentes, auxiliares, psicólogos escolares (si hay en el plantel), y de los padres de familia.

No son clases como algunos funcionarios y especialistas consideran cuando piden a los directores que exijan a sus tutores “planes instructivos de estas sesiones” a partir de programas llenos de temas y actividades. Cuando tengo encuentros con docentes les pido que en el acompañamiento permanente (y en las 2 horas de tutoría semanales) no olviden que en todos los espacios y tiempos de este servicio -con énfasis en el bienestar socio-emocional (PEN al 2036)- deben primar la observación, la escucha, el diálogo y la contención emocional  diferenciando “lo manifiesto de lo latente” en los desempeños educativos de nuestros alumnos, más aún ahora que se han incrementado casos de violencia escolar. Pero, también la aplicación de sanciones, en un    marco de disciplina positiva. No debe haber impunidad en los colegios.