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A las múltiples loas que han recibido los hallazgos de las investigaciones de neurociencias se empiezan a sumar voces como las de la psicóloga Gabriela Dueñas, que sugiere estar alertas a los riesgos que eso está significando para la salud y educación, por los intereses de las industrias farmacéuticas (Las neurociencias y el mercado en educación, lacapital.com.ar, 16/07/2016).

Se está presentando una tendencia a la patologización de la infancia que lleva catalogar (ADD, ADHD, TOC, TGD, TEA, entre otras) a chicos que no atienden en clases, que manifiestan problemas de aprendizajes o son incansables niños inquietos o desatentos, para luego medicarlos.

Los nuevos diagnósticos son del tipo “falla neurológica” que requiere pastillas y programas de adiestramiento cognitivo conductal o reeducación del pensamiento y “programas de reprogramación neurolingüística”.

En Argentina, la base del Registro Nacional de Personas con Discapacidad muestra que entre 2009 y 2014 se solicitaron esos certificados para el grupo etario de 5 a 9 años: 25 en 2009; 2234 en 2010; 4381 en 2011; 7469 en 2012; 10,325 en 2013 y 12,285 en 2014. Para Gabriela Dueñas esto es resultado del negocio de las corporaciones de profesionales de la salud y la educación, además del de la industria de los laboratorios farmacéuticos. En Estados Unidos ha habido un crecimiento similar.

No se trata de ignorar casos que efectivamente requieren un diagnóstico que elaborado cuidadosamente en ocasiones deriva en terapias y/o medicación. El problema está en el facilismo y superficialidad con la que frecuentemente se hace.

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