Múltiples investigaciones de la pedagogía y psicología educativa evidencian una gran cantidad de prácticas docentes que hacen daño a los alumnos, pero se mantienen por el peso de una tradición que pocos se atreven a cuestionar o modificar. Veamos.
1). Poner notas en los exámenes y cursos orienta el esfuerzo de alumnos hacia las notas y reduce el interés por aprender y por enfrentar desafíos complejos.
2). No hay beneficio alguno, actitudinal ni académico, en dejar tareas, particularmente para alumnos de inicial y primaria
3). Asumir que los niños son adultos en formación, por lo que sus dificultades o sufrimientos escolares deben ser entendidos como una inversión formativa para beneficios futuros, cuando en realidad eso usualmente tiene un efecto intimidador y desmotivador para el aprendizaje. Al contrario, son experiencias de éxito y aceptación incondicional infantil, los que ayudan a lidiar constructivamente con privaciones posteriores.
4). Asumir que en periodos de 45’ o 50’ son los óptimos para facilitar la concentración y el aprendizaje, lo cual no asemeja las condiciones de la vida real.
5). Hacer competir alumnos entre sí, de modo que para que uno gane el otro tiene que perder, lo que afecta psicológica y socialmente las relaciones interpersonales y la motivación para el aprendizaje. Además, incentiva el plagio y la copia en exámenes. Se olvida, además, que si bien hay un factor de competencia en la cultura económica, esta también valora muchísimo las capacidades cooperativas y colaborativas en el trabajo, lo que se desalienta al enfatizar la competencia entre pares.