Qué miseria de sentimientos imaginé este domingo, en aquellos que, apurados con la regla de tres, extraían el porcentaje, obviamente microscópico, de las vacunas que inmunizarán a 150 mil personas que están en mayor contacto con los enfermos Covid.

En contraste, miles de miles que estos alucinan manipulados por el gobierno, celebraban la esperanza de vida que representa este inicio en el país. ¿Se puede tener el alma tan envenenada para sólo ver las intenciones de hacer circo de nuestros gobernantes al paso? Les voy a cambiar de nombre. Ya no les llamaré DBA (Derecha Bruta Achorada) porque hay choros que pueden ser buenas personas.

Mejor les llamamos DBM (Derecha Bruta Mala) porque la mezquindad, incluso contra el enemigo político, da vergüenza ajena. No puedo imaginarme en el Perú la instauración de un régimen como el de Chávez/Maduro, de Correa, de los Castro cubanos, para que muchos de nosotros, con nuestras familias, tengamos que iniciar un éxodo hacia Chile o Argentina escapando del hambre y el saqueo político al que los condujo esa ideología populista.

Recordemos que esa era la promesa de Ollanta Humala, pero no pudo, o no se atrevió a concretar, porque vio que las calles no lo acompañaría. Por algo la izquierda es insignificante en el congreso. Pero, sin esa representación política de contrapeso, el otro extremo, los sectores conservadores podrían abusar.

La pluralidad siempre será saludable, incluso, para calmar los malos sentimientos de algunos fanáticos y talibanes. Ya lo he dicho otras veces, lo mejor que pueden hacer las instituciones – todas, no sólo las políticas- es librarse de los fanáticos, adormecer a sus barras bravas. Les terminan haciendo daño, destrozan buenas reputaciones.