Como es usual en el Perú, las fórmulas del trabajo educativo eficaz en torno a la pandemia se adoptan con muchos meses de retraso respecto a lo usual en el mundo moderno. En este caso, se trata de la tardía decisión de hacer optativo el uso de la mascarilla.

La convicción de que es necesaria una comunicación directa entre estudiantes y profesores sin barreras físicas está en la base de las medidas que entienden que la buena comunicación antecede al aprendizaje. Cuando ésta está interferida por barreras físicas, culturales o tecnológicas, se dificulta el vínculo profesor-alumno y el aprendizaje.

Por ejemplo, el aprendizaje del lenguaje es holístico e incluye sonidos, imágenes y gestos faciales y labiales. Al usar la mascarilla que cubre media cara con la boca se crea una barrera física similar a la de poner tapones a los oídos que dificultan escuchar lo que se habla. De allí que la lectura para personas con limitaciones visuales u auditivas requiere estrategias ad-hoc.

Es fundamental entender, sobre todo en las edades en las que se inicia la comunicación oral y escrita del lenguaje, que es crucial escuchar bien y ver la boca, gestos y entonaciones del interlocutor. Si la “b” o “p” suenan igual, o la “m” o “n”, si las acentuaciones no se detectan, o si se modula la voz de modo irregular en las sílabas, etc. se dificulta el entendimiento de los mensajes orales y luego escritos.

Por lo demás, es importante que los niños sientan que la escuela no es el espacio del absurdo, el único en el que se aplican medidas represivas que no existen en ningún otro espacio público o privado.

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