Frente a mis esfuerzos por ser el primer alumno de mi promoción mi papá me decía “te deseo que seas el tercero”… “El primero siempre vive estresado por no cometer error alguno y eventualmente caer en su promedio o ser objeto de burla de sus compañeros; el segundo siempre siente que perdió. El tercero está tan bien preparado como los dos primeros pero no se hace mayores problemas con la competencia o con los ocasionales altibajos en las notas”.

Recordé esto leyendo la columna “Por qué los medallistas olímpicos de bronce son más felices que los medallistas de plata”. Citando un estudio histórico de 1995, los psicólogos Victoria Medvec, SF Madey y Thomas Gilovich notaron que los medallistas de bronce, en general, parecían significativamente más felices que los medallistas de plata que los vencieron. Esto, porque los ganadores del bronce veían su desempeño como una ganancia (ganaron el bronce frente a no tener medalla alguna), mientras que los ganadores de la plata lo veían como una pérdida: no lograron ubicarse en primer lugar. (Time, John List, 10/02/2022)

En otras palabras, la perspectiva desde la cual evaluamos nuestros logros define cómo nos vamos a sentir: como ganadores o como perdedores. El dolor de la pérdida es más poderoso psicológicamente que una ganancia de la misma intensidad, desde la era de los cazadores para los que los riesgos de pérdida final (la vida) eran más altos que cualquier ganancia.

Aplicado a la educación, nuevamente nos obliga a preguntarnos si la competencia para producir ganadores y perdedores cuida la salud mental y social de nuestros alumnos.