Cuando hacemos el balance de lo ocurrido en los dos años de pandemia en el sector educación, queda claro que quienes tomaron las decisiones gubernamentales respecto a la vida escolar de los alumnos en el y el no han estado a la altura de las circunstancias. Quizá porque en su momento fueron educados de modo autoritario a no salirse del libreto, no tomar decisiones difíciles para evitar tomar riesgos, esperar a que otros hagan las cosas primero aún a riesgo de perder valioso tiempo en la espera, y sobre todo la dificultad interdisciplinaria de integrar los saberes científicos de las diversas disciplinas con las normas ministeriales. Una educación que alienta la cobardía y la anulación del pensamiento crítico.

Parecería que estaba hablando de los machos de la educación escolar actual, pese a que hablo de los funcionarios públicos adultos. La similitud se debe a que la de hoy es tan inadecuada como lo fue en la generación anterior para forjar una sociedad de avanzada, y en cambio condenó al Perú a perpetuar un modelo educativo e institucional ineficaz, lleno de falencias y limitaciones como las del pasado. Le bastó a los padres observar las clases de sus hijos en casa para darse cuenta que se usaban formatos y estrategias casi idénticas a las que les tocó a ellos cuando estaban en el colegio.

¿Será posible asumir como normal que en 25 años no haya cambiado en nada el modelo pedagógico e institucional de los colegios peruanos?

Basta ver el comportamiento de la sociedad adulta para deducir adónde nos lleva el actual modelo educativo que ya tocó fondo.

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