En términos sencillos, ¿por qué no funciona bien nuestra educación? No es por falta de presupuesto, ladrillos, carpetas, libros, computadoras que prometen los candidatos. Es por el “túnel del tiempo”.
Todos los profesores actualmente en ejercicio nacieron y se educaron en la escuela y universidad sin la omnipresencia de internet, celulares, redes sociales, y la invasión multimedia. En cambio todos los alumnos a su cargo nacieron con esos componentes en las neuronas.
El desencuentro entre profesores y alumnos no se resuelve pidiendo a los alumnos que viajen por el “túnel del tiempo” hacia la época de la formación de sus docentes para poder comunicarse con los referentes que ellos usaron (memorización, repetición, horarios escolares rígidos, áreas curriculares siglo XIX, pruebas estandarizadas estereotipadoras, tareas absurdas, ausencia de investigaciones y cultivo de los intereses de los alumnos, etc.)
Lo contrario es lo que tiene sentido. Que los profesionales de la educación viajen a la era de los alumnos digitales para poder comunicarse con ellos y encontrar allí las oportunidades para el aprendizaje. Allí está el meollo de la revolución de la pedagogía que ningún candidato está abordando y que no se resuelve prometiendo simplemente subir a 6% del PBI la inversión anual en educación.
Así como los problemas médicos no se resuelven con chips electrónicos, ni los problemas psicológicos con leyes, ni los problemas económicos con diseños publicitarios, los problemas educativos no se resuelven con libros o ladrillos, sino con una pedagogía relevante para nuestros tiempos.