Después de quince días de luchar por su vida, el niño de 11 años que resultó con quemaduras en más de la mitad de su cuerpo tras el incendio de Cantagallo, donde habita la comunidad shipibo-conibo, murió en el Instituto Nacional de Salud del Niño de San Borja.
Virginia Rojas, madre del menor, acudió ayer en la mañana a la Morgue Central de Lima para retirar el cuerpo de su pequeño. Los médicos le habían comunicado que su hijo falleció a las dos de la madrugada de ayer.
NO RESISTIÓ. Desde el siniestro del pasado 4 de noviembre, la mujer permaneció en dicho centro de salud con la esperanza de que su hijo mejore y vuelva a sonreír como cuando jugaba al fútbol y corría en los pasajes de su comunidad ahora destruida por el fuego.
Sin embargo, el cuerpo del menor no resistió la gravedad de sus lesiones. Según el certificado de necropsia, murió por “falla multiorgánica” a causa de las quemaduras.
Según la Defensoría del Pueblo, otros tres menores también resultaron con quemaduras en el incendio.
PIDE AYUDA. Luego de la pérdida, sus parientes solicitaron apoyo a las autoridades para gestionar el sepelio.
“Necesitamos ayuda para enterrar a mi niño, lo más antes posible, por favor. Él ya se ha ido, ya no está con nosotros”, dijo Rojas, entre lágrimas.
La mujer se quedó sin pertenencias después de que las llamas arrasaran con su vivienda y tienda de abarrotes.
“El hospital nos va a apoyar con el cajón, pero es urgente que nos ayuden para poder enterrarlo mañana (hoy), lo más antes posible, en el cementerio de Santa Clara”, pidió Víctor Chancazana, padrastro del fallecido.
Después de cuatro horas de espera en la Morgue de Lima, la familia pudo retirar el cuerpo del niño.
Luis Chancazana, familiar del menor fallecido, dijo que en la comunidad de Cantagallo el menor era querido por ser alegre, vivaz y deportista.
Su sueño era ser un futbolista profesional, agregó acongojado.